sábado, 24 de mayo de 2008


La sonrisa etrusca
José Luis Sampedro

En esta obra se refleja muy bien el choque generacional que existe entre padres e hijos en la educación de los niños.
El anciano descubre lo que se ha perdido de sus hijos al disfrutarlo y vivirlo con su nieto, como sus primeros pasos, las primeras palabras,...
El enfrentamiento que tiene con un vecino y la familia de éste –cosa muy común en los pueblos- llega a convertirse en una obsesión. Se sorprende de no sentir la satisfacción esperada cuando recibe la noticia de la muerte de su eterno enemigo.
Día a día, va cambiando con el cariño que siente por su nieto y por Hortensia y también porque ve la proximidad de la muerte. Se siente confundido al tener sentimientos que nunca había vivido porque piensa que son poco masculinos.
Me emocionó el momento en que Andrea (su nuera) cuenta a su marido que sabe que el abuelo pasa las noches en la habitación del niño y no ha dicho nada porque sabe que le queda poco tiempo de vida. Ella aparenta ser muy fría y aquí demuestra que no lo es tanto.
Su gran ilusión es escuchar al niño decir ‘abuelo’ y, justo cuando se está muriendo, el niño lo dice por primera vez.

Ana Celis, Madre